Gruesa es la ilusión que se sigue manteniendo de que el cambio vendrá por medio político, religioso o milagroso.
Los medios de comunicación paren decenas de excusas encarnadas en Políticos todos con la misma intención de llenar sus vacíos con materia, alimentando la ignorancia del pueblo con promesas que se cumplan o no, no serán estas las que den pie a un cambio real, un cambio de conciencia.
Cómo pretendemos cambiar un país si difícilmente sabemos quién somos, no se puede cambiar lo que no se conoce. Portamos máscaras, personificando a maestros, arquitectos, abogados, hijos, padres, chamanes, putas, santas… todo esto sigue empolvando la realidad, no nos vemos, nos comunicamos culpando y apuntando al de enfrente sin responsabilizarnos de nuestros actos y de nuestras heridas.
Usamos la culpa cómo un somnífero que nos tortura en vez de ver la fugaz enseñanza que nos muestra, eso que sentimos que nos hace dudar, ir hacia dentro, investigar.
Es ahí donde tenemos la oportunidad de darnos cuenta, desmenuzar la duda, ser originales, auténticos, mostrarnos.
En vez de eso apuntamos a un cambio exterior, guiado por curas, maestros, políticos, etc que están tan identificados con su rol que no pueden ver-se, que no pueden soportar la vulnerabilidad del no ser reconocidos , escudándose en compasiones falsas en empatías prostituidas, en textos pseudo espirituales que solo son eso palabras caducas.
Benditas sean las putas bien putas y los Santos pecadores, benditos sean los que se atreven y reciben como premio la soledad y el bendito castigo de no estar rodeado de la mierda con olor a fresa.
Entonces señores si quieren un cambio empiecen por limpiarse el culo y probar su mierda, saboreandola para reconocer-se y amar sus olores y sabores por más amargos que sean, y salgan del closet y muéstrense vulnerados desde el no saber que son, a qué saben y que quieren y probablemente desde ese lugar un gran avance empezará a crear espacio en su interior, donde puedan abrir los ojos y cerrar la boca hasta que tengan algo real, original y suyo que decir.
Mientras tanto dense cuenta que el cambio, jamás y digo jamás llegará por el de enfrente.